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Triste
está Mi alma hasta la muerte...
Atended
y ved si hay dolor semejante a mi dolor...
Yo a
favor tuyo, azoté a Egipto, y tú me entregaste para ser azotado.
Tened
piedad de Mí, al menos vosotros Mis amigos....
JESÚS,
atendiendo los ruegos de la piadosa amantísima Hermana María Magdalena de la
Orden de Santa Clara, que vivía santamente en Roma, que deseaba conocer sus sufrimientos
secretos, se le apareció y le receló y comunicó verbalmente los sufrimientos
desconocidos, que había soportado la noche anterior a Su muerte.
1º- Ataron
Mis pies con una cuerda y me arrastraron debajo de una escalera de un sótano
pestilente e inmundo;
2º- Me
quitaron la ropa y agujerearon mi Cuerpo con puntas de hierro;
3º- Ataron
mi Cuerpo con una cuerda y me arrastraron por dentro del sótano;
4º- Me
colgaron de una viga, donde me dejaron hasta que me deslicé y caí a tierra,
este sufrimiento hizo salir de Mis ojos lágrimas de sangre;
5º- Me
amarraron a un poste y me martirizaron con toda clase de armas perforando mi
Cuerpo; me tiraron piedras y me quemaron acercándome a las brasas de la hoguera
con teas encendidas;
6º- Me
agujerearon con punzones y desgarraron Mi piel, Mi carne y Mis venas;
7º- Me
amarraron a un pilar, Mis pies yaciendo sobre hierro incandescente;
8º- Me
pusieron una corona de hierro y me vendaron los ojos con trapos malolientes;
9º- Me
sentaron sobre una silla guarnecida con clavos puntiagudos que clavaron en Mi
cuerpo profundísimos huecos;
10º- Rociaron
mis Llagas con brea y plomo hirviente y me hicieron caer de la silla;
11º- Para
mi tormento y Mi vergüenza, me hundieron agujas y hierros puntiagudos en los
huecos de Mí barba arrancada;
12º- Me
echaron encima de una cruz, sobre la cual me amarraron tan fuerte y duramente
que estuve a punto de quedar sofocado;
13º- Hollaron
Mi cabeza cuando yacía por tierra; uno de ellos, al poner su pie en Mi pecho,
hundió una punta de Mi corona a través de Mí lengua;
14º- Me
llenaron la boca con las más asquerosas suciedades;
15º- Profirieron
raudales de injurias infames, me amarraron las manos a la espalda, me
condujeron a golpes fuera de la cárcel, y me azotaron.
Jesús
continuó:
“¡Hija
mía, querida! Te pido que hagas conocer a muchas almas Mis quince sufrimientos
y dolores secretos, con el fin de que sean contemplados y honrados. El día del
Último Juicio, concederé la Eterna Felicidad a aquéllos a quienes con amor y
recogimiento, me ofrecieron cada día uno de Mis sufrimientos agregando
piadosamente la siguiente oración:
"Esperé
que alguien se compadeciera de Mí y no hubo nadie; alguien que me consolara y
no lo hallé"
Salmo
69-21
Revelaciones a