Consagración
total a María: Método de los 33 días según San Luis María Grignion de Monfort
El método de consagración total
a la Santísima Virgen María de San Luis María Grignion de Montfort, es también
conocido como la «Consagración de 30 días».
Esta forma o método de consagración se da durante un periodo de 33 días, de los cuales, los 12 primeros son considerados como «días de preparación».
El día final de la misma, ha de coincidir con cualquiera de las festividades marianas (a la que el devoto le tenga más devoción).
Esta forma o método de consagración se da durante un periodo de 33 días, de los cuales, los 12 primeros son considerados como «días de preparación».
El día final de la misma, ha de coincidir con cualquiera de las festividades marianas (a la que el devoto le tenga más devoción).
Esta
consagración no tiene nada que ver con la consagración de 33 días propuesta en
Medjugorje.
Introducción
La
fórmula de consagración total a Jesús por María de San Luis María Grignion de
Montfort no se debe tomar a la ligera. Esto queda probado por el hecho de que
el mismo santo aboga por una seria preparación, que consiste en doce días
preliminares, para que el alma trate de vaciarse del espíritu del mundo, que es
todo lo opuesto al espíritu de Jesucristo. A éstos seguirán tres semanas de
oración y meditación, durante las cuales el alma buscará un mejor conocimiento
de sí misma (primera semana), de María (segunda semana) y de Jesucristo
(tercera semana). Aunque se recomienda mucho este período preliminar, es obvio
que el tiempo empleado en dicha preparación puede variar según las necesidades
personales y las circunstancias.
Esperamos
de todo corazón, que la verdadera consagración al Inmaculado Corazón de la
Santísima Virgen María, sea provechosa para todas aquellas almas piadosas que
han tomado a bien llevarla a cabo, estableciendo un vínculo de amor eterno por
medio de uno de los más sublimes regalos del Cielo: El amor infinito de la
Madre de Dios por sus hijos.
Cómo llevarla a cabo
Para llevar a cabo la
Consagración al Inmaculado Corazón de María, se ha de escoger la fecha de
alguna de las principales celebraciones del Calendario Mariano, y contando
desde esta fecha, retroceder 33 días y tomar aquel como punto de inicio de la
consagración.
Calendario de fechas de inicio
Al final de estos 33 días
preparatorios, se confesará, comulgará y se llevará a cabo el acto de
consagración. También es posible tomar la fecha de cualquier otra advocación
Mariana reconocida por la Iglesia a fin de llevar a cabo la consagración.
Primera Parte
Doce días preliminares
Tema: El
espíritu del mundo.
Examina tu conciencia, reza,
practica la renuncia a tu propia voluntad; mortificación, pureza de corazón.
Esta pureza es la condición indispensable para contemplar a Dios en el cielo,
verle en la tierra y conocerle a la luz de la fe.
La primera parte de la
preparación se deberá emplear en vaciarse del espíritu del mundo, que es
contrario al espíritu de Jesucristo. El espíritu del mundo consiste en esencia
en la negación del dominio supremo de Dios, negación que se manifiesta en la práctica
del pecado y la desobediencia; por tanto es totalmente opuesto al espíritu de
Jesucristo, que es también el de María.
Esto se
manifiesta por la concupiscencia de la carne, por la concupiscencia de los ojos
y por el orgullo como norma de vida, así como por la desobediencia a las leyes
de Dios y el abuso de las cosas creadas. Sus obras son el pecado en todas sus
formas; en consecuencia todo aquello por lo cual el demonio nos lleva al
pecado; obras que conducen al error y oscuridad de la mente y seducción y
corrupción de la voluntad. Sus pompas son el esplendor y las artimañas
empleadas por el demonio para hacer que el pecado sea deleitoso, en las
personas, sitios y cosas.
Día 1
Leer
San Mateo Capítulo 5 versículos del 1 al 19
“Viendo
la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y
tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de
espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos,
porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque
ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa
de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados
seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal
contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa
será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas
anteriores a vosotros. «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se
desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada
afuera y pisoteada por los hombres. «Vosotros sois la luz del mundo. No puede
ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una
lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que
alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos. «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas.
No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y
la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo
suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así
lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en
cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los
Cielos.”
Día 2
Leer
San Mateo Capítulo 5 versículo 48 y Capítulo 6 del 1 al 15
“Vosotros,
pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial. Cuidad de no
practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de
lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto,
cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los
hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por
los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando
hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu
limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
«Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las
sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los
hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas
a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre,
que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará. Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran
que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro
Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. «Vosotros, pues, orad así:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu
Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan
cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos
perdonado a nuestros deudores; 13. y no nos dejes caer en tentación, mas
líbranos del mal. «Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os
perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a
los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.”
Día 3
Leer
San Mateo Capítulo 7 versículos 1 al 14
«No
juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis
seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que
miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que
hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: “Deja que te saque la brizna
del ojo”, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu
ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano. «No deis
a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos,
no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen.
«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. 8. Porque todo
el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay
acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si
le pide un pez, le dé una culebra?. Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis
dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los
cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! «Por tanto, todo cuanto
queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque
ésta es la Ley y los Profetas. «Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es
la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que
entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva
a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.”
Día 4
Que
ningún bien tiene el hombre de suyo ni cosa alguna de qué alabarse
Señor,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre para que le
visites? ¿Qué ha merecido el hombre para que le dieses Tu gracia? Señor, ¿de
qué me puedo quejar si me desamparas? O ¿cómo justamente podré contender
contigo, si no hicieres lo que pido? Por cierto, una cosa puedo yo pensar y
decir con verdad: Nada soy. Señor, nada puedo, nada bueno tengo de mí; mas en
todo me hallo vacío, y camino siempre a la nada. Y si no soy ayudado e
instruido interiormente por Ti, me vuelvo enteramente tibio y disipado. Mas Tú,
Señor, eres siempre el mismo, y permaneces eternamente, siempre bueno, justo y
santo, haciendo todas las cosas bien, justa y santamente, y ordenándolas con
sabiduría. Pero yo, que soy más inclinado a caer que a aprovechar, no persevero
siempre en un estado, y me mudo siete veces cada día. Mas luego me va mejor
cuando te dignas alargarme tu mano auxiliadora; porque Tú solo, sin humano
favor, me puedes socorrer y fortalecer, de manera que no se mude más mi
semblante, sino que a Ti solo se convierta y en Ti descanse mi corazón. El que
quisiere estar muy seguro en tiempo de paz, se encontrará abatido y temeroso en
tiempo de guerra. Si supieses permanecer siempre humilde y pequeño para
contigo, y morar u regir bien tu espíritu, no caerías tan presto en peligro ni
pecado. Buen consejo es que pienses cuando estás con fervor de espíritu, lo que
puede ocurrir con la ausencia de luz. (Imitación de Cristo, libro II, caps. 40
y 7)
Día 5
Por lo cual, si yo supiese bien desechar toda consolación
humana, ya sea por alcanzar devoción o por la necesidad que tengo de buscarte,
porque no hay hombre que me consuele, entonces con razón, podría yo esperar en
tu gracia, y alegrarme con el don de la nueva consolación. Gracias sean dadas a
Ti, de quien viene todo, siempre que me sucede algún bien. Porque delante de Ti
yo soy vanidad y nada, hombre mudable y flaco. ¿De dónde, pues, me puedo
gloriar, o por qué deseo ser estimado? ¿Por ventura de la nada? Esto es vanísimo.
Verdaderamente, la gloria frívola es una verdadera peste y grandísima vanidad;
porque nos aparta de la verdadera gloria y nos despoja de la gracia celestial.
Porque contentándose un hombre a sí mismo, te descontenta a Ti; cuando desea
las alabanzas humanas, es privado de las virtudes verdaderas. La verdadera
gloria y alegría santa consiste en gloriarse en Ti y no en sí; gozarse en Tu
nombre, y no en su propia virtud, ni deleitarse en criatura alguna, sino por
Ti. Sea alabado Tu nombre, y no el mío; engrandecidas sean Tus obras, y no las
mías; bendito sea Tu santo nombre, y no me sea a mí atribuida parte alguna de
las alabanzas de los hombres. Tú eres mi gloria. Tú eres la alegría de mi
corazón. En Ti me gloriaré y ensalzaré todos los días; mas de mi parte no hay
de qué, sino de mis flaquezas. (Imitación de Cristo, libro III, cap. 40)
Día 6
El
ejemplo de los Santos Padres
Considera
bien los heroicos ejemplos de los Santos Padres, en los cuales resplandece la
verdadera perfección y religión, y verás cuán poco o casi nada es lo que
hacemos. ¡Ay de nosotros! ¿Qué es nuestra vida comparada con la suya? Los
santos y amigos de Cristo sirvieron al Señor en hambre, en sed, en frío y
desnudez, en trabajos y fatigas, en vigilias y ayunos, en oraciones y santas
meditaciones, en persecuciones y muchos oprobios. ¡Oh! ¡Cuán graves y muchas
tribulaciones padecieron los apóstoles, mártires, confesores, vírgenes y todos
los demás que quisieron seguir las pisadas de Jesucristo! Pues en esta vida
aborrecieron sus vidas para poseer sus almas en la eterna. ¡Oh! ¡Cuán estrecha
retirada vida hicieron los Santos Padres en el yermo! ¡Cuán largas y graves
tentaciones padecieron! ¡Cuán ordinarios fueron atormentados del enemigo! ¡Cuán
continuas y fervientes oraciones ofrecieron a Dios! ¡Cuán rigurosas
abstinencias cumplieron! ¡Cuán gran celo y fervor tuvieron en su
aprovechamiento espiritual! ¡Cuán fuertes peleas pasaron para vencer los
vicios! ¡Cuán pura y recta intención tuvieron con Dios! De día trabajaban, y
por la noche se ocupaban en larga oración; y aunque trabajando, no cesaban de
la oración mental. Todo el tiempo gestaban bien; las horas les parecían cortas
para darse a Dios; y por la gran dulzura de la contemplación, se olvidaban de
la necesidad del mantenimiento corporal. Renunciaban a todas las riquezas,
honras, dignidades, parientes y amigos; ninguna cosa querían del mundo; apenas
tomaban lo necesario para la vida, y les era pesado servir a su cuerpo aun en
las cosas necesarias. De modo que eran pobres de lo temporal, pero riquísimos
en gracia y virtudes. (Imitación de Cristo, libro I, cap. 18)
Día 7
En lo de fuera eran necesitados, pero en lo interior estaban con
la gracia y divinas consolaciones recreados. Ajenos eran al mundo; mas muy
allegados a Dios, del cual eran familiares y amigos. Teníanse por nada cuando a
sí mismos, y para con el mundo eran despreciados; mas en los ojos de Dios eran
muy preciosos y amados. Estaban en verdadera humildad; vivían en la sencilla
obediencia; andaban en caridad y paciencia, y por eso cada día crecían en
espíritu, y alcanzaban mucha gracia delante de Dios. Fueron puestos por
dechados a todos los religiosos y más nos deben mover para aprovechar el bien,
que no la muchedumbre de los tibios para aflojar y descaecer. ¡Oh! ¡Cuán grande
fue el fervor de todos los religiosos al principio de sus sagrados institutos!
¡Cuánta la devoción de la Oración! ¡Cuánto el celo de la virtud! ¡Cuánta
disciplina floreció! ¡Cuánta reverencia y obediencia al superior hubo en todas
las cosas! Aun hasta ahora dan testimonio de ello las señales que quedaron, de
que fueron verdaderamente varones santos y perfectos que, peleando tan
esforzadamente, vencieron al mundo. Ahora
ya se estima en mucho aquel que no es transgresor, y si con paciencia puede
sufrir lo que aceptó por su voluntad. ¡Oh tibieza y negligencia de
nuestro estado, que tan presto declinamos del fervor primero, y nos es molesto
el vivir por nuestra flojedad y tibieza! ¡Pluguíese a Dios que no durmiese en
ti el aprovechamiento de las virtudes, pues viste muchas veces tantos ejemplos
de devotos! (Imitación de Cristo, libro I, cap. 18)
Día
8
Cómo se
ha de resistir a las tentaciones
Mientras
en el mundo vivimos no podemos estar sin tribulaciones y tentaciones. Por lo
cual está escrito en Job: Tentación es la vida del hombre sobre la tierra. Por
eso cada uno debe tener mucho cuidado acerca de la tentación, y velar en
oración, porque no halle el demonio lugar de engañarle, que nunca duerme, sino
busca por todos lados a quién tragarse. Ninguno hay tan santo ni tan perfecto
que no tenga algunas veces tentaciones, y no podemos vivir sin ellas. Mas las
tentaciones son muchas utilísimas al hombre, aunque sean graves y pesadas,
porque en ellas es uno humillado, purgado y enseñado. Todos los santos, por
muchas tribulaciones y tentaciones pasaron, y aprovecharon. Y los que no las
quisieron sufrir y llevar bien, fueron tenidos por malos y desfallecieron. No
hay orden ni religión tan santa, ni lugar tan secreto, donde no haya
tentaciones y adversidades. No hay hombre seguro del todo de tentaciones
mientras que vive; porque en nosotros mismos está la causa de donde vienen,
pues que nacimos con la inclinación al pecado. Pasada una tentación o
tribulación sobreviene otra, y siempre tendremos que sufrir, porque se perdió
el bien de nuestra primera felicidad. Muchos quieren huir de las tentaciones, y
caen en ellas más gravemente. No se pueden vencer sólo con huirlas; con
paciencia y buen ánimo, vencerlas (con el favor divino) mejor que no con tu
propio conato y fatiga. Toma muchas veces consejo en la tentación, y no seas
desabrido con el que está tentado; antes procura consolarle como tú lo
quisieras para ti. El principio de toda tentación es la inconstancia del ánimo
y la poca confianza en Dios. Porque como la nave sin timón la llevan a una y
otra parte las olas, así el hombre descuidado y que desiste de sus propósitos
es tentado de diversas maneras. (Imitación de Cristo, libro 1, cap. 13)
Día 9
El
fuego prueba al hierro, y la tentación al hombre justo
Muchas
veces no sabemos lo que podemos; mas la tentación descubre lo que somos.
Debemos pues, velar principalmente al venir la tentación; porque entonces más
fácilmente es vencido el enemigo cuando no le dejamos pasar de la puerta del
alma, y se le resiste al umbral luego que toca. Atajar al principio el mal
procura: Si llega a echar raíz, tarde se cura. Porque primeramente se ofrece al
ánima sólo el pensamiento sencillo; después, la importuna imaginación; luego,
la delectación y el torpe movimiento, y el consentimiento. Y así entra poco a
poco el maligno enemigo, y se apodera de todo por no resistirle al principio. Y
cuanto más tiempo fuere uno perezoso en resistir, tanto se hace cada día más
flaco, y el enemigo contra él más fuerte. Algunos padecen graves tentaciones al
principio de su conversión, y otros, al fin. Pero otros son molestados casi por
toda su vida. Algunos son tentados blandamente, según la sabiduría y el juicio
de la divina Providencia, que mide el estado y los méritos de los hombres, y
todo lo tiene ordenado para la salvación de sus escogidos. Por eso no debemos
desconfiar cuando somos tentados, sino antes rogar a Dios con mayor fervor que
sea servido de ayudarnos en toda tribulación; el cual, sin duda, según el dicho
de San Pablo, nos dará el auxilio junto con la tentación para que la podamos
resistir. Humillemos, pues, nuestras almas bajo la mano de Dios en toda
tribulación y tentación, porque El salvará y engrandecerá a los humildes de
espíritu. En las tentaciones y adversidades se ve cuánto uno ha aprovechado y
en ellas consiste el mayor merecimiento y se conoce mejor la virtud. Imitación
de Cristo, libro I, cap.13)
Día 10
En
despreciando el mundo, es dulce cosa servir a Dios
Otra
vez hablaré, Señor, ahora, y no callaré. Diré en los oídos de mi Dios, mi Señor
y mi Rey, que está en el cielo: ¡Oh Señor, cuán grande es la abundancia de tu
dulzura, que escondiste para los que te temen! Pero, ¿qué eres para los que te
aman, y qué para los que te sirven de todo corazón? Verdaderamente es inefable
la dulzura de tu contemplación, la cual das a los que te aman. En esto me has
mostrado singularmente tu dulce caridad, en que cuando yo no existía me
creaste, y cuando erraba lejos de ti, me convertiste para que te sirviese, y me
mandaste que te amase. ¡Oh fuente de amor perenne! ¿Qué diré de Ti? ¿Cómo podré
olvidarme de Ti, que te dignaste acordarte de mí aun después que yo me perdí y
perecí? Usaste de misericordia con tu siervo sobre toda esperanza, y sobre todo
merecimiento me diste tu gracia y amistad. ¿Qué te volveré yo por esta gracia?
Porque no se concede a todos que, dejadas todas las cosas, renuncien al mundo y
escojan vida retirada. ¿Por ventura es gran cosa que yo te sirva, cuando toda
criatura está obligada a servirte? No me debe parecer mucho servirte, sino más
bien me parece grande y maravilloso que Tú te dignaste recibir por siervo a un
tan pobre e indigno y unirle con tus amados siervos. Tuyas son, pues, todas las
cosas que tengo y con que te sirvo. Pero, por el contrario, Tú me sirves más a
mí que yo a Ti. El cielo y la tierra que Tú creaste para el servicio del
hombre, están prontos, y hacen cada día todo lo que les has mandado; y esto es
poco, pues aun has destinado los ángeles para servicio del hombre. Mas a todas
estas cosas excede el que Tú mismo te dignaste servir al hombre, y le
prometiste que te darías a Ti mismo. ¿Qué te daré yo por tantos millares de
beneficios? ¡Oh! ¡Si pudiese solamente, siquiera un solo día hacerte algún
digno servicio! Verdaderamente Tú solo eres digno de todo servicio, de toda
honra y de alabanza eterna. Verdaderamente Tú solo eres mi Señor, y yo soy un
pobre siervo tuyo, que estoy obligado a servirte con todas mis fuerzas, y nunca
debo cansarme de alabarte. Así lo quiero, así lo deseo; y lo que me falta,
ruégote que Tú lo suplas. Grande honra y gran gloria es servirte, y despreciar
todas las cosas por Ti. Por cierto, grande gracia tendrán los que de toda
voluntad se sujetaren a Tu santísimo servicio. Hallarán la suavísima
consolación del Espíritu Santo los que por amor tuyo despreciaron todo deleite
carnal. (Imitación de Cristo, libro III, cap. 10)
Día 11
De la
fervorosa enmienda de nuestra vida
Se hallaba uno lleno de congoja luchando entre el temor y la
esperanza; y un día cargado de tristeza entró en la iglesia y se postró delante
del altar en oración, y meditando en su corazón varias cosas, dijo: ¡Oh!
¡Si supiese que había de perseverar! Y luego oyó en lo interior la divina
respuesta: ¿Qué harías si eso supieses? Haz ahora lo que entonces quisieras
hacer, y estarás seguro. Y en aquel punto, consolado y confortado, se ofreció a la
divina voluntad, y cesó su congojosa turbación. Y no quiso escudriñar
curiosamente para saber lo que le había de suceder, sino que anduvo con mucho
cuidado de saber lo que fuese la voluntad de Dios, y a sus divinos ojos más
agradable y perfecto, para comenzar y perfeccionar toda buena obra. El Profeta
dice: Espera en el Señor, y has bondad, y habita en la tierra, y serás
apacentado en sus riquezas. Detiene
a muchos el fervor de su aprovechamiento, el espanto de la dificultad, o el
trabajo de la pelea. Ciertamente aprovechan más en las virtudes, aquellos que
más varonilmente ponen todas sus fuerzas para vencer las que les son más graves
y contrarias. Porque allí aprovecha el hombre más y alcanza mayor gracia,
adonde más se vence, a sí mismo y se mortifica el espíritu. Pero no todos
tienen igual ánimo para vencer y mortificarse. No obstante, el diligente y
celoso de su aprovechamiento, más fuerte será para la perfección, aunque tenga
muchas pasiones, que el de buen natural, si pone poco cuidado en las virtudes.
(Imitación de Cristo, libro I, cap. 25)
Día 12
Mas si
vieres alguna cosa digna de reprensión, guárdate de hacerla; y si alguna vez la
hiciste, procura enmendarte luego. Así como tú miras a los otros, así los otros
te miran a ti. ¡Oh! ¡Cuán alegre y dulce cosa es ver los devotos y fervorosos
hermanos, con santas costumbres y observante disciplina! ¡Cuán triste y penoso
es verlos andar desordenados, y qué no hacen aquello a que son llamados por su
vocación! ¡Oh! ¡Cuán
dañoso es ser negligentes en el propósito de su llamamiento, y ocuparse en lo
que no les mandan! Acuérdate de la profesión que tomaste, y proponte por modelo al
Crucificado. Bien puedes avergonzarte mirando la vida de Jesucristo; porque aún
no estudiaste a conformarte más con El, aunque ha muchos años que estás en el
camino de Dios. El religioso que se ejercita intensa y devotamente en la
santísima vida y pasión del Señor, halla allí todo lo útil y necesario
cumplidamente para sí; y no hay necesidad que busque cosa mejor fuera de Jesús.
¡Oh! ¡Si viniese a nuestro corazón Jesús crucificado, cuán presto y
cumplidamente seríamos enseñados. El hombre fervoroso y diligente, a todo está
dispuesto. Mayor trabajo es resistir a los vicios y pasiones, que sudar en los
trabajos corporales. El que no evita los defectos pequeños, poco a poco cae en
los grandes. Te alegrarás siempre a la noche, si gastares bien el día. Vela
sobre ti, despiértate a ti, amonéstate a ti, y sea de los otros lo que fuere,
no descuides de ti. Tanto aprovecharás cuanto más fuerza te hicieres. Amén.
(Imitación de Cristo, libro I, cap. 25)
Después de la meditación de cada día, se han de rezar
las siguientes oraciones.
Veni Creator Spiritus
Ven Espíritu creador; visita las almas de tus fieles.
Llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo has creado.
Tú eres nuestro consuelo, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú el dedo de la mano de Dios,
Tú el prometido del Padre, pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones
y con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra frágil carne.
Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto tu paz,
siendo Tú mismo nuestro guía evitaremos todo lo que es nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre y también al Hijo y que en Ti,
que eres el Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo.
Gloria a Dios Padre y al Hijo que resucitó de entre los muertos,
y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos.
Amén.
Llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo has creado.
Tú eres nuestro consuelo, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú el dedo de la mano de Dios,
Tú el prometido del Padre, pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones
y con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra frágil carne.
Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto tu paz,
siendo Tú mismo nuestro guía evitaremos todo lo que es nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre y también al Hijo y que en Ti,
que eres el Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo.
Gloria a Dios Padre y al Hijo que resucitó de entre los muertos,
y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos.
Amén.
Ave Maris Stella
Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los
reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
Alabemos
a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor.
Amén.
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor.
Amén.
Magnificat
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en
Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su
nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace
proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia
a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a
nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Segunda Parte
Tema: Conocimiento
de sí mismo
Días 13
al 19
Las
oraciones, exámenes, reflexiones, actos de renuncia de nuestra propia voluntad,
de arrepentimiento por nuestros pecados, de desprecio propio, realizado todo a
los pies de María, ya que por Ella esperamos la luz para conocernos a nosotros
mismos. Junto a Ella, podremos medir el abismo de nuestras miserias sin
desesperar. Debemos emplear todas nuestras acciones piadosas en pedir un
conocimiento propio y el arrepentimiento de nuestros pecados: y debemos hacer
esto con espíritu de piedad. Durante este período, consideraremos tanto la
oposición que existe entre el espíritu de Jesús y el nuestro, como el miserable
y humillante estado en que nos han reducido los pecados. Además, siendo la
verdadera devoción una manera fácil, corta, segura y perfecta para llegar a esa
unión con Nuestro Señor, que es la perfección a la imitación de Cristo. Entraremos
decididamente por este camino, firmemente convencidos de nuestra miseria e
incapacidad. Pero, ¿cómo conseguir esto sin el conocimiento de sí mismo?
Día 13
San
Lucas, capítulo 11, versículos 1-10
“Y
sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de
sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.»
El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu
Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados
porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer
en tentación.» Les dijo también: «Si uno de vosotros tiene un amigo y,
acudiendo a él a medianoche, le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque ha
llegado de viaje a mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle”, y aquél,
desde dentro, le responde: “No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis
hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos”, os aseguro, que
si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su
importunidad, y le dará cuanto necesite.» Yo os digo: «Pedid y se os dará;
buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el
que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.”
Día 14
De la
obediencia del súbdito humilde a ejemplo de Jesucristo.
Hijo,
el que procura sustraerse de la obediencia, él mismo se aparta de la gracia; y
el que quiere tener cosas propias, pierde las comunes. El que no se sujeta de
buena gana a su superior, señal es que su carne aún no le obedece
perfectamente, sino que muchas veces se resiste y murmura. Aprende, pues, a
sujetarte prontamente a tu superior, si deseas tener tu carne sujeta. Porque
tanto más presto se vence el enemigo exterior, cuanto no estuviere debilitado
el hombre interior. No hay enemigo peor ni más dañoso para el alma que tú
mismo, si no estás bien avenido con el espíritu. Necesario es que tengas
verdadero desprecio de ti mismo, si quieres vencer la carne y la sangre. Porque
aún te amas muy desordenadamente, por eso temes sujetarte del todo a la
voluntad de otros. Pero ¿qué mucho es que tú, polvo y nada, te sujetes al
hombre por Dios, cuando Yo, Omnipotente y Altísimo, que crié todas las cosas de
la nada, me sujeté al hombre humildemente por ti? Me hice el más humilde y
abatido de todos, para que vencieses tu soberbia con mi humildad. Aprende,
polvo, a obedecer; aprende, tierra y lodo, a humillarte y postrarte a los pies
de todos. Aprende a quebrantar tus inclinaciones, y rendirte a toda sujeción.
Día 15
Leer
San Lucas, capítulo 13, versículos 1-5
“En
aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya
sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús:
«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos,
porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos
pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la
torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás
hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís,
todos pereceréis del mismo modo.»”
Necesitamos
a María para morir a nosotros mismos.
Para
vaciarnos de nosotros mismos es menester morir a nosotros mismos todos los
días; es decir, es menester renunciar a las operaciones de las facultades de
nuestra alma y de los sentimientos de nuestro cuerpo; es menester ver como si
no se viese, oír como si no se oyese, servirse de las cosas de este mundo como
si no se sirviese uno de ellas, lo cual llama San Pablo morir todos los días:
Quotidie morior (1 Cor. 15,31). Si al caer el grano de trigo en la tierra no
muere, permanece solo y no produce fruto bueno (Jn. 12,24). Si no morimos a
nosotros mismos y si nuestras devociones más santas no nos conducen a esta
muerte necesaria y fecunda, no produciremos fruto alguno, y serán inútiles
nuestras devociones; todos nuestros actos de justicia estarán mancillados por
el amor propio y la propia voluntad, lo que hará que Dios tenga por abominación
los mayores sacrificios y las mejores acciones que podamos ejecutar, y a
nuestra muerte nos hallaremos con las manos vacías de virtudes y de méritos, y
no tendremos una centella del amor puro que sólo se comunica a las almas muertas
a sí mismas, cuya vida se esconde con Jesucristo en Dios.
Es
menester escoger entre todas las devociones a la Santísima Virgen, la que más
nos lleve a esta muerte propia, como que es la mejor y más santificante, porque
ni es oro todo lo que reluce, ni miel todo lo dulce, ni lo más factible y
practicado por la mayoría es lo más perfecto.
Como en el orden de la naturaleza hay operaciones que se hacen a
poca costa y con facilidad, asimismo en el de la gracia hay secretos que se
ejecutan en poco tiempo, con dulzura y facilidad, operaciones sobrenaturales y
divinas que consisten en vaciarse de sí mismo y llenarse de Dios, y lograr así
la perfección.
Día 16
Durante
la primera semana dedicarán todas sus oraciones y actos de piedad a pedir el
conocimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados, y todo lo harán con
espíritu de humildad. Podrán meditar lo que he dicho sobre nuestro mal fondo y
no se considerarán en los seis días de esta semana, más que como caracoles,
babosas, sapos, cerdos, serpientes, animales inmundos; o bien meditarán estas
tres palabras de San Bernardo: Piensa lo que fuiste, semen pútrido; lo que
eres, vaso de estiércol; lo que serás, cebo de gusanos. Rogarán a Nuestro Señor
y al Espíritu Santo que les ilumine por estas palabras: Señor, que yo vea;
Señor, que me conozca; Ven Espíritu Santo, y recitarán todos los días el Ave,
Maris Stella, y las letanías de la Santísima Virgen o del Espíritu Santo.
Recurrirán a la Santísima Virgen, pidiéndole esta gracia, que
debe ser el fundamento de las otras, y para ello dirán todos los días el Ave,
Maris Stella y las letanías.
De la
consideración de sí mismo.
No
debemos confiar de nosotros grandes cosas, porque muchas veces nos falta la
gracia y la discreción. Poca luz hay en nosotros, y presto la perdemos por
nuestra negligencia. Y muchas veces no sentimos cuán ciegos estamos en el alma.
Muchas veces también obramos mal, y lo excusamos peor. A veces nos mueve la
pasión, y pensamos que es celo.
Reprendemos en los otros las cosas pequeñas, y tragamos las graves
si son nuestras. Muy presto sentimos y agravamos lo que de otros sufrimos, mas
no miramos cuánto enojamos a los otros. El que bien y rectamente examinare sus
obras, no tendrá que juzgar gravemente las ajenas.
Día 17
Leer:
San Lucas, Capítulo 16, versículos 1-8.
“Decía
también a sus discípulos: «Era un hombre rico que tenía un administrador a
quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: “¿Qué
oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir
administrando.” Se dijo a sí mismo el administrador: “¿Qué haré, pues mi señor
me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé
lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me
reciban en sus casas.” «Y convocando uno por uno a los deudores de su señor,
dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?” Respondió: “Cien medidas de
aceite.” El le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe cincuenta.”
Después dijo a otro: “Tú, ¿cuánto debes?” Contestó: “Cien cargas de trigo.”
Dícele: “Toma tu recibo y escribe ochenta.” «El señor alabó al administrador
injusto porque había obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más
astutos con los de su generación que los hijos de la luz.”
Del
juicio y penas de los pecadores.
Mira el
fin en todas las cosas, y de qué suerte estarás delante de aquel juez
justísimo, al cual no hay cosa encubierta, ni se amansa con dádivas, ni admite
excusas, sino que juzgará justísimamente.
¡Oh
ignorante, y miserable pecador! ¿Qué responderás a Dios, que sabe todas tus
maldades, tú que temes a veces el rostro de un hombre airado?
¿Por
qué no te previenes para el día del juicio cuando no habrá quien defienda ni
ruegue por otro, sino que cada uno tendrá bastante que hacer por sí?
Día 18
Leer:
San Lucas, Capítulo 17, versículos 1-10
Dijo a
sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por
quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea
arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños. Cuidaos de vosotros
mismos. «Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si
peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: “Me
arrepiento”, le perdonarás.» Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la
fe.» El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a
este sicómoro: “Arráncate y plántate en el mar”, y os habría obedecido.»
«¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del
campo, le dice: “Pasa al momento y ponte a la mesa?” ¿No le dirá más bien:
“Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y
bebido, y después comerás y beberás tú?” ¿Acaso tiene que agradecer al siervo
porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho
todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que
debíamos hacer.»
Todas
las cosas pesadas se deben padecer por la vida eterna.
Hijo,
no te quebranten los trabajos que has tomado por Mí, ni te abatan del todo las
tribulaciones; mas mi promesa te esfuerce y consuele en todo lo que viniere. Yo
basto para galardonarte sobre toda manera y medida. No trabajarás aquí mucho
tiempo, ni serás agravado siempre de dolores. Espera un poquito y verás cuán
presto se pasan los males. Vendrá una hora cuando cesará todo trabajo e
inquietud. Poco y breve es todo lo que pasa con el tiempo.
Día 19
Leer: San Lucas,
Capítulo 18, 15-30.
“Le presentaban
también los niños pequeños para que los tocara, y al verlo los discípulos, les
reñían. Mas Jesús llamó a los niños, diciendo: «Dejad que los niños vengan a mí
y no se lo impidáis; porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo
os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.» Uno
de los principales le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en
herencia vida eterna?» Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno
sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no
robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.» El dijo:
«Todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Oyendo esto Jesús, le dijo: «Aún
te falta una cosa. Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y
tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.» Al oír esto, se puso
muy triste, porque era muy rico. Viéndole Jesús, dijo: «¡Qué difícil es que los
que tienen riquezas entren en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello
entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.»
Los que lo oyeron, dijeron: «¿Y quién se podrá salvar?» Respondió: «Lo
imposible para los hombres, es posible para Dios.» Dijo entonces Pedro: «Ya lo
ves, nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido.» Él les dijo: «Yo
os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por
el Reino de Dios, quedará sin recibir mucho más al presente y, en el mundo
venidero, vida eterna.»”
Después de la
meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
Letanías al Espíritu Santo
Señor,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Cristo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Señor,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Cristo,
óyenos.
Óyenos.
Óyenos.
Cristo,
Escúchanos.
Escúchanos.
Dios,
Padre celestial,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Dios,
Hijo Redentor del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Dios,
Espíritu Santo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Trinidad
Santa, un solo Dios,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu,
que procedes del Padre y del Hijo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
del Señor, que al comienzo de la creación incubando las aguas las fecundaste,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
por cuya inspiración hablaron los santos hombres de Dios,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
cuya unción nos enseña todas las cosas,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
que das testimonio de Cristo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
que fecundas a María,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
del Señor que llenas todo el orbe,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de Dios que habitas en nosotros,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de sabiduría y entendimiento,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de consejo y fortaleza,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de ciencia y piedad,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de temor del Señor,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de gracia y misericordia,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de fuerza, dilección y sobriedad,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de fe, esperanza, amor y paz,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de humildad y castidad,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de benignidad y mansedumbre,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de gracia multiforme,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
que escrutas hasta los secretos de Dios,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
que descendiste sobre Cristo en forma de paloma,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
en el cual renacemos,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
de adopción de los hijos de Dios,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
que apareciste sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
del que los apóstoles quedaron henchidos,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu
que distribuyes tus dones a cada uno como quieres,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Senos
propicio,
Perdónanos, Señor.
Perdónanos, Señor.
Senos
propicio,
Escúchanos, Señor.
Escúchanos, Señor.
De
todo mal,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De
todo pecado,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De
las tentaciones e insidias del diablo,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De
toda presunción y desesperación,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De
la resistencia a la verdad conocida,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De
la obstinación y de la impenitencia,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De
la impureza de la mente y del cuerpo,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
Del
espíritu de fornicación,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De
todo espíritu malo,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
Por
tu eterna procesión del Padre y del Hijo,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
Por
la concepción de Jesús, hecha por tu operación,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
Por
tu descenso sobre Cristo en el Jordán,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
Por
tu advenimiento sobre los discípulos,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
En
el día del juicio,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para
que, así como vivimos por el Espíritu obremos también por el Espíritu,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para
que, recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo profanemos,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para
que, viviendo según el espíritu, no accedamos a los deseos de la carne,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para
que por el espíritu mortifiquemos las obras de la carne,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para
que no te contristemos a ti, Espíritu Santo de Dios,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para
que seamos solícitos en guardar la unidad de espíritu en el vínculo de la
paz,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para
que no creamos a todo espíritu,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para
que sepamos discernir los espíritus, si son o no de Dios,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para
que renueves en nosotros el espíritu de rectitud,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para
que nos confirmes por tu espíritu soberano,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Perdónanos Señor.
Perdónanos Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Escúchanos Señor.
Escúchanos Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Oremos:
Te pedimos, Señor, que nos asista la fuerza del Espíritu Santo para que purifique convenientemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Te pedimos, Señor, que nos asista la fuerza del Espíritu Santo para que purifique convenientemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Letanías de la Virgen María
Las Letanías de la Virgen María se recitan al final del Rezo del
Santo Rosario, ya sea después de los 15 misterios o al final de los 5 misterios
del día (si no tiene tiempo para rezar los 15 misterios diarios que con tanta
insistencia nos pide la Santísima Virgen María). Las Letanías pueden ser
también recitadas en cualquier momento pero su uso está ampliamente asociado
con la devoción del Santísimo Rosario de la Virgen María.
**Las frases coloreadas en verde corresponden
la parte responsorial de las Letanías.
Señor,
ten piedad
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo,
ten piedad
Cristo, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor,
ten piedad
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo,
óyenos
Cristo, óyenos
Cristo, óyenos
Cristo,
escúchanos
Cristo, escúchanos
Cristo, escúchanos
Dios,
Padre celestial,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Dios,
Hijo, Redentor del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Dios,
Espíritu Santo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Santísima
Trinidad, un solo Dios,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Santa
María,
Ruega por nosotros (emplear esta respuesta de ahora en adelante).
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Ruega por nosotros (emplear esta respuesta de ahora en adelante).
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Perdónanos, Señor.
Perdónanos, Señor.
Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Escúchanos, Señor.
Escúchanos, Señor.
Cordero
de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ruega
por nosotros, Santa Madre de Dios Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Ave Maris Stella
Salve,
estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras
de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres
nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida
pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor.
Amén.
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor.
Amén.
Tercera Parte
Tema: El
conocimiento de María.
Días 20 al 26
Los actos de amor,
afectos piadosos hacia la Santísima Virgen, imitación de sus virtudes,
especialmente su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su
continua oración mental, su mortificación en todas las cosas, su pureza
incomparable, su caridad ardiente, su paciencia heroica, su dulzura angelical y
su sabiduría divina: <> como dice san Luis María Grignion de Montfort,
las diez virtudes principales de la santísima Virgen.
Tenemos que unirnos a
Jesús por María, ésta es la característica de nuestra devoción; por tanto, San
Luis María Grignion de Montfort nos pide que nos empleemos a fondo para
adquirir un conocimiento de la Santísima Virgen. María es nuestra soberana y
nuestra medianera, nuestra Madre y nuestra Señora. Esforcémonos, pues, en
conocer los efectos de esta realeza, de esta mediación, y de esta maternidad,
así como las grandezas y prerrogativas que son los fundamentos o consecuencias
de ello. Nuestra Santísima Madre también es perfecta –un molde en donde podemos
ser moldeados para poder hacer nuestras sus intenciones y disposiciones. Esto
no lo conseguiremos sin estudiar la vida interior de María, o sea, sus
virtudes, sus sentimientos, sus acciones, su participación en los misterios de
Jesucristo y su unión con El.
Día 20
Leer: San Lucas, capítulo 2, versículos 16-21; y
versículos 42-52.
“Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al
niño acostado en el pesebre. 17. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían
dicho acerca de aquel niño; 18. y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo
que los pastores les decían. 19. María, por su parte, guardaba todas estas
cosas, y las meditaba en su corazón. 20. Los pastores se volvieron glorificando
y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les
había dicho. 21. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le
dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el
seno.”
“Cuando
tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse,
pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.
Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le
buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron
a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en
el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles;
todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus
respuestas. 48. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo:
«Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te
andábamos buscando.» El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo
debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron la respuesta
que les dio. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre
conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en
sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.”
Día 21
La verdadera devoción a la Virgen
Para
subir y unirse a Él, preciso es valerse del mismo medio de que Él se valió para
descender a nosotros, para hacerse hombre y para comunicarnos sus gracias; y
ese medio es una verdadera devoción a la Santísima Virgen.
Hay
muchas devociones a la Virgen Santísima y verdaderas que no hablo aquí de las
falsas.
Consiste
la primera en cumplir con los deberes de cristiano, evitando el pecado mortal,
obrando más por amor que por temor, rogando de tiempo en tiempo a la Santísima
Virgen y honrándola como Madre de Dios, sin ninguna otra especial devoción para
con ella.
La
segunda tiene para la Virgen más altos sentimientos de estima, amor, veneración
y confianza; induce a entrar en las cofradías del santo Rosario y del
Escapulario, a rezar la corona o el santo Rosario, a honrar las imágenes y
altares de María, a publicar sus alabanzas, a alistarse en sus congregaciones.
Y esta devoción (con tal que nos abstengamos de pecar) buena es, santa y
laudable; pero no tan a propósito como la que sigue para apartar a las almas de
las criaturas y desprenderlas de sí mismas a fin de unirlas a Jesucristo.
La
tercera devoción a la Santísima Virgen, de muy pocas personas conocida y
practicada; es almas predestinadas, la que os voy a descubrir.
Consiste
en darse todo entero, como esclavo, a María y a Jesús por Ella; y en hacer
todas las cosas con María, en María, por María y para María.
Hay que
escoger un día señalado para entregarse, consagrarse y sacrificarse; y esto ha
de ser voluntariamente y por amor, sin encogimiento, por entero y sin reserva
alguna; cuerpo y alma, bienes exteriores y fortuna, como casa, familia, rentas;
bienes interiores del alma, a saber: sus méritos, gracias, virtudes y
satisfacciones.
Día 22
Sus caracteres.
Interior:
La verdadera devoción a Nuestra Señora es interior: es decir, debe partir del
espíritu y del corazón; nace dicha devoción de la estima que se hace de la
Virgen, de la alta idea que uno se ha formado de sus grandezas y del amor que
se la tiene.
Tierna: Es tierna, es decir, llena de confianza en la Santísima Virgen, como la de un niño para con su buena madre. Esta devoción es la que hace que un alma recurra a Ella en todas sus necesidades de cuerpo y espíritu con mucha sencillez, confianza y ternura.
Santa: Esta devoción a nuestra Señora es santa: es decir, que conduce a un alma a evitar el pecado y a imitar las virtudes de la Santísima Virgen, en particular la humildad profunda, la fe viva, la ciega obediencia, la continua oración, su universal mortificación, la pureza incomparable, la caridad ardiente, la heroica paciencia, la dulzura angelical y la divina sabiduría. Tales son las diez principales virtudes de la Santísima Virgen.
Constante: Es constante, es decir, afirma a un alma en el bien y la lleva a no abandonar fácilmente las prácticas de devoción; la hace animosa para oponerse al mundo, y a sus costumbres y sus máximas, a la carne con sus apetitos y sus pasiones, y al demonio en sus tentaciones; de modo que una persona verdaderamente devota de la Santísima Virgen no es mudable, melancólica, escrupulosa ni medrosa.
Desinteresada: La verdadera devoción a la Santísima Virgen es desinteresada; es decir, inspira a un alma que no se busque a sí misma; sino sólo a Dios en su Santísima Madre. Un verdadero devoto de María no ama a esta augusta Reina por espíritu de lucro y de interés, ni por su bien temporal ni espiritual, sino únicamente porque merece ser servida, y Dios sólo en Ella.
Día 23
En qué consiste la perfecta consagración a Jesús por María.
Toda
vez que nuestra perfección consiste en estar conformes, unidos y consagrados a
Jesucristo, la más perfecta de todas las devociones es, sin duda alguna, la que
nos conforma, une y consagra más perfectamente a este acabado modelo de toda
santidad; y pues que María es entre todas las criaturas la más conforme a
Jesucristo, es consiguiente que entre todas las devociones, la que consagra y
conforma más un alma a Nuestro Señor, es la devoción a la Santísima Virgen, su
Santa Madre, y cuanto más se consagre un alma a María, más se unirá con
Jesucristo, y, he aquí por qué la perfecta consagración a Jesucristo no es otra
cosa que una perfecta y entera consagración de sí mismo a la Santísima Virgen,
y ésta es la devoción que yo enseño; o con otras palabras, una perfecta
renovación de los votos y promesas del santo Bautismo.
Consiste,
pues, esta devoción en entregarse enteramente a la Santísima Virgen para ser
todo de Jesucristo por medio de María. Es menester entregarle: primero, nuestro
cuerpo con todos sus sentidos y sus miembros; segundo, nuestra alma con todas
sus potencias; tercero, nuestros bienes exteriores, o sea nuestra fortuna
presente y futura; cuarto, nuestros bienes interiores y espirituales, o sea
nuestros méritos, nuestras virtudes y nuestras buenas obras pasadas, presentes
y futuras; en una palabra: todo lo que tenemos en el orden de la naturaleza y
en el orden de la gracia, y todo lo que lleguemos a tener en lo porvenir en el
orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria, y esto sin reserva
ninguna, ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de la menor buena obra, y
además por toda la eternidad, y sin pretender ni esperar ninguna otra
recompensa de nuestra ofrenda y de nuestros servicios, que la honra de
pertenecer a Jesucristo por María y en María, aun cuando esta amable Señora no
fuere, como lo es siempre, la más liberal y reconocida de las criaturas.
Día 24
Esta
devoción es un camino fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a la unión
con Dios que es la perfección cristiana.
Es un
camino fácil: Es un camino que Jesús ha recorrido viniendo a nosotros, y en que
no se encuentra ningún tropiezo para llegar a El. Es verdad que es posible
llegar a la unión con Dios por otros caminos, pero será pasando por muchas más
cruces y extraños desfallecimientos, y al través de muchas más dificultades,
penosísimas de vencer.
Es un
camino corto: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino corto para
hallar a Jesucristo, ya sea porque en él no hay extravíos, ya sea porque, como
acabo de decir, por él se camina con más gozo y facilidad y, por tanto, con más
prontitud. Se avanza más en poco tiempo de sumisión y de dependencia de María,
que en años enteros de propia voluntad y de apoyo sobre sí mismo.
Es un
camino perfecto: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino perfecto para
ir a unirse a Jesucristo, toda vez que la divina María es la más perfecta y la
más santa de las puras criaturas, y que Jesucristo que vino perfectamente a
nosotros, no tomó otro camino para su grande y admirable viaje.
El
Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible, El que es, ha querido venir a
nosotros, pequeños gusanos de la tierra que nada somos. ¿Cómo se ha obrado
esto? El Altísimo ha descendido perfecta y divinamente por María hasta nosotros
sin perder nada de su divinidad y de su santidad, y por María deben los más
pequeños subir perfecta y divinamente al Altísimo sin temor alguno.
Es un
camino seguro: Esta devoción a la Santísima Virgen es un camino seguro para ir
a Jesucristo y adquirir la perfección uniéndose a El. Porque esta práctica que
enseño, no es nueva; es tan antigua, que no se pueden marcar sus principios. Y
no se la podría condenar sin trastornar los fundamentos del cristianismo.
Consta, pues, en conclusión, que esta devoción no es nueva, y que si bien no es
común, cosiste esto en que es demasiado preciosa para ser saboreada y
practicada por todo el mundo. Esta devoción es un medio seguro para ir a
Nuestro Señor, porque es propio de la Santísima Virgen el conducirnos
seguramente a Jesucristo, como lo es de Jesucristo llevarnos seguramente al
Padre Eterno.
Día 25
Efectos maravillosos de esta devoción
Persuadíos
de que si sois fieles a las prácticas interiores y exteriores de esta devoción,
que os voy a marcar a continuación, tendrán lugar los efectos siguientes:
Efecto
1º. El Espíritu Santo os dará por María, su amada Esposa, luz
para conocer lo malo de vuestro fondo, vuestra corrupción y vuestra incapacidad
para todo bien, si Dios no es su principio, como autor de la naturaleza y de la
gracia, y por consecuencia de este conocimiento os despreciaréis y no pensaréis
en vos sino con horror. Os consideraréis como un reptil que lo mancha todo con
su baba, o como un áspid que lo inficiona todo con su veneno, o como una
maliciosa serpiente que sólo procura engañar. En fin, la humilde María os hará
partícipe de su profunda humildad, la que os hará, despreciándoos, que no
despreciéis a nadie y deseéis que os menosprecien.
Efecto
2º. La Santísima Virgen os dará parte de su fe, que fue sobre
la tierra más grande que la fe de todos los Patriarcas, de los Profetas, de los
Apóstoles y de todos los Santos.
Efecto 3º. Esta
Madre del Amor Hermoso quitará de vuestro corazón todo escrúpulo, todo temor
servil y desarreglado.
Efecto
4º. La Santísima Virgen os llenará de una gran confianza en
Dios y en Ella misma porque ya no os acercaréis a Jesucristo por vosotros
mismos, sino por medio de esta buena Madre.
Efecto
5º. El alma de la Santísima Virgen se os comunicará para
glorificar al Señor. Su espíritu entrará en el lugar del vuestro, para
regocijarse en Dios, su Salvador, siempre que seáis fieles a las prácticas de
esta devoción.
Efecto
6º. Si cultivamos bien a María, que es el árbol de la vida en
nuestra alma, siguiendo con fidelidad la práctica de esta devoción, Ella dará
su fruto en su tiempo, y este fruto suyo es Jesucristo.
Efecto
7º. Por medio de esta práctica, fidelísimamente observada, daréis a
Jesucristo más gloria en un mes, que de ninguna otra manera, por más difícil
que sea, en muchísimos años.
Día 26
Si
queréis comprender a la Madre, dice un santo, comprended al Hijo, pues es una
Madre digna de Dios: Que aquí toda lengua enmudezca. Para demostrar que la
divina María ha estado desconocida hasta ahora, y que es una de las razones por
las cuales Jesucristo no es conocido como debe serlo. Si, pues, como es cierto,
el reino de Jesucristo ha de venir al mundo, no será sino consecuencia
necesaria del conocimiento del reino de la Santísima Virgen María, que le trajo
al mundo la vez primera y le hará resplandecer en la segunda venida.
Confieso
con toda la Iglesia que no siendo María sino una pura criatura salida de las
manos del Altísimo, comparada con la Majestad infinita es menos que un átomo, o
más bien es nada, puesto que sólo Dios es quien es, y por consiguiente,
confieso que este gran Señor, Ser soberano y absoluto, ni ha tenido ni ahora
tiene necesidad alguna de la Santísima Virgen para hacer su voluntad santísima
y para manifestar su gloria. Basta que Dios quiera, para que todo se haga.
Digo,
sin embargo, que así y todo, habiendo querido Dios empezar y concluir sus más
grandes obras por la Santísima Virgen desde que la formó, es de creer que no
cambiará de conducta en el transcurso de los siglos, pues es Dios y no varía en
sus sentimientos ni en su proceder.
María
es la Reina del cielo y de la tierra por la gracia, como Jesús es Rey por
naturaleza y por conquista; pues el reino de Jesucristo consiste principalmente
en el corazón y en el interior del hombre, según estas palabras: “El reino de
Dios está dentro de vosotros “, del mimo modo el reino de la Santísima Virgen
está principalmente en el interior del hombre, es decir, en las almas, y en las
almas es en donde principalmente está más glorificada con su Hijo que en todas
las criaturas visibles, y podemos llamarla con los santos, Reina de los
corazones.
Después
de la meditación de cada día, se han de rezar las siguientes oraciones.
Adicionalmente se concluye con el rezo del Santo Rosario
Letanías al Espíritu Santo
Señor,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Cristo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Señor,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Óyenos.
Óyenos.
Cristo,
Escúchanos.
Escúchanos.
Dios, Padre celestial,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu, que procedes del
Padre y del Hijo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu del Señor, que al
comienzo de la creación incubando las aguas las fecundaste,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu por cuya inspiración
hablaron los santos hombres de Dios,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu cuya unción nos enseña
todas las cosas,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que das testimonio de
Cristo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de verdad que nos
instruyes sobre todas las cosas,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que fecundas a María,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu del Señor que llenas
todo el orbe,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de Dios que habitas en
nosotros,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de sabiduría y
entendimiento,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de consejo y
fortaleza,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de ciencia y piedad,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de temor del Señor,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de gracia y
misericordia,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de fuerza, dilección y
sobriedad,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de fe, esperanza, amor
y paz,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de humildad y
castidad,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de benignidad y
mansedumbre,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de gracia multiforme,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que escrutas hasta los
secretos de Dios,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que ruegas por
nosotros con gemidos inenarrables,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que descendiste sobre
Cristo en forma de paloma,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu en el cual renacemos,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu por el cual se difunde
la caridad en nuestros corazones,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de adopción de los
hijos de Dios,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que apareciste sobre
los discípulos en forma de lenguas de fuego,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu del que los apóstoles
quedaron henchidos,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Espíritu que distribuyes tus
dones a cada uno como quieres,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Senos propicio,
Perdónanos, Señor.
Perdónanos, Señor.
Senos propicio,
Escúchanos, Señor.
Escúchanos, Señor.
De todo mal,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De todo pecado,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De las tentaciones e insidias
del diablo,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De toda presunción y
desesperación,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De la resistencia a la verdad
conocida,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De la obstinación y de la
impenitencia,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De la impureza de la mente y
del cuerpo,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
Del espíritu de
fornicación,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
De todo espíritu malo,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
Por tu eterna procesión del
Padre y del Hijo,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
Por la concepción de Jesús,
hecha por tu operación,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
Por tu descenso sobre Cristo en
el Jordán,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
Por tu advenimiento sobre los
discípulos,
Líbranos Señor.
Líbranos Señor.
En el día del juicio,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que, así como vivimos por
el Espíritu obremos también por el Espíritu,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que, recordando que somos
templo del Espíritu Santo, no lo profanemos,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que, viviendo según el
espíritu, no accedamos a los deseos de la carne,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que por el espíritu
mortifiquemos las obras de la carne,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que no te contristemos a
ti, Espíritu Santo de Dios,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que seamos solícitos en
guardar la unidad de espíritu en el vínculo de la paz,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que no creamos a todo
espíritu,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que sepamos discernir los
espíritus, si son o no de Dios,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que renueves en nosotros
el espíritu de rectitud,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que nos confirmes por tu
espíritu soberano,
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Cordero de Dios, que quitas los
pecados del mundo,
Perdónanos Señor.
Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los
pecados del mundo,
Escúchanos Señor.
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los
pecados del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Oremos:
Te pedimos, Señor, que nos asista la fuerza del Espíritu Santo para que purifique convenientemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Te pedimos, Señor, que nos asista la fuerza del Espíritu Santo para que purifique convenientemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Letanías de la Virgen María
Las
Letanías de la Virgen María se recitan al final del Rezo del Santo Rosario, ya
sea después de los 15 misterios o al final de los 5 misterios del día (si no
tiene tiempo para rezar los 15 misterios diarios que con tanta insistencia nos
pide la Santísima Virgen María). Las Letanías pueden ser también recitadas en
cualquier momento pero su uso está ampliamente asociado con la devoción del
Santísimo Rosario de la Virgen María.
**Las
frases coloreadas en verde corresponden la parte
responsorial de las Letanías.
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Cristo, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad
Cristo, óyenos
Cristo, óyenos
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Cristo, escúchanos
Cristo, escúchanos
Dios, Padre celestial,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo
Dios,
Ten piedad de nosotros.
Ten piedad de nosotros.
Santa María,
Ruega por nosotros (emplear esta respuesta de ahora en adelante).
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Ruega por nosotros (emplear esta respuesta de ahora en adelante).
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.
Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo,
Perdónanos, Señor.
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo,
Escúchanos, Señor.
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el
pecado del mundo,
Ten misericordia de nosotros.
Ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre
de Dios Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor
Jesucristo.
ORACIÓN
Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro, gozar de continua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas de la vida presente y disfrutar de las alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Ave Maris Stella
Salve, estrella del mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del cielo.
Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los
reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
prepáranos un camino seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor.
Amén.
glorifiquemos a Cristo soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres personas un mismo honor.
Amén.
Oración de San Luis María Grignon de Montfort.
¡Salve,
María, amadísima Hija del Eterno Padre; salve María, madre admirable del Hijo;
salve, María, fidelísima Esposa del Espíritu Santo; salve, María, mi amada
Madre, mi amable Maestra, mi poderosa Soberana; salve, gozo mío, gloria mía, mi
corazón y mi alma! Sois toda mía por misericordia, y yo soy todo vuestro por
justicia, pero todavía no o soy bastante. De nuevo me entrego a Ti todo entero
en calidad de eterno esclavo, sin reservar nada, ni para mí, ni para otros.
Si algo
ves en mí que todavía no sea tuyo, tómalo enseguida, te lo suplico, y hazte
dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y desarraigar y aniquilar en
mí todo lo que desagrada a Dios y plantar y levantar y producir todo lo que os
guste.
La luz
de tu fe disipe las tinieblas de mi espíritu; tu humildad profunda ocupe el
lugar de mi orgullo; tu contemplación sublime detenga las distracciones de mi
fantasía vagabunda; tu continua vista de Dios llene de su presencia mi memoria,
el incendio de caridad de tu corazón abrase la tibieza y frialdad del mío;
cedan el sitio a tus virtudes mis pecados; tus méritos sean delante de Dios mi
adorno y suplemento. En fin, queridísima y amadísima Madre, haz, si es posible,
que no tenga yo más espíritu que el tuyo para conocer a Jesucristo y entender
sus divinas voluntades; que no tenga más alma que la tuya para alabar y glorificar
al Señor; que no tenga más corazón que el tupo para amar a Dios con amor puro y
con amor ardiente como Tú.
No pido
visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos. Para Ti el ver claro, sin
tinieblas; para Ti el gustar por entero sin amargura; para Ti el triunfar
gloriosa a la diestra de tu Hijo, sin humillación; para Ti el mandar a los
ángeles, hombres y demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer
en fin, sin reserva alguna de todos los bienes de Dios. Esta es, divina María,
la mejor parte que se te ha concedido, y que jamás se te quitará, que es para
mi grandísimo gozo. Para mí y mientras viva no quiero otro sino el experimentar
el que Tú tuviste: creer a secas, sin nada ver y gustar; sufrir con alegría,
sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo, continuamente y sin descanso;
trabajar mucho hasta la muerte por Ti, sin interés, como el más vil de los
esclavos. La sola gracia, que por pura misericordia te pido, es que en todos
los días y en todos los momentos de mi vida diga tres amenes: amén (así sea) a
todo lo que hiciste en la tierra cuando vivías; amén a todo lo que haces al
presente en el cielo; amén a todo lo que obras en mi alma, para que en ella no
haya nada más que Tú, para glorificar plenamente a Jesús en mí, ahora y en la
eternidad. Amén.
Rezar el Rosario de hoy
Cuarta Parte
Tema: Conocimiento de Jesucristo
Días 27 al 33
Días 27 al 33
Actos
de amor a Dios, acción de gracias por las bendiciones de Jesús, contrición y
resolución
Durante
este período nos emplearemos en estudiar a Jesucristo. ¿Qué se tiene que
estudiar de Jesucristo?
Primero: El Hombre- Dios, su gracia y
gloria, después sus derechos en el dominio soberano sobre nosotros; ya que,
habiendo renunciado a Satanás y al mundo, tomamos a Jesucristo como Nuestro
Señor.
Segundo: Su vida interior; las virtudes
y los actos de su Sagrado Corazón; su asociación con maría y los misterios de
la Anunciación y Encarnación. Durante su infancia y vida oculta en la fiesta de
las bodas de Caná y en el Calvario…
Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en
nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti.
Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y
santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad.
Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres
Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar. Reina, Cristo, en
nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre
soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.
Oración de San Luis
María Grignon de Monfort a Jesucristo.
Dejadme,
Amabilísimo Jesús mío, que dirija a Vos, para atestiguaros mi reconocimiento
por la merced que me habéis hecho con la devoción de la esclavitud, dándome a
vuestra Santísima Madre para que sea Ella mi abogada delante de vuestra
Majestad, y en mi grandísima miseria mi universal suplemento. ¡Ay, Señor! Tan
miserable soy, que sin esta buena Madre, infaliblemente me hubiera perdido. Sí,
que a mí me hace falta María, delante de Vos y en todas partes; me hace falta para
calmar vuestra justa cólera, pues tanto os he ofendido y todos los días os
ofendo; me hace falta para detener los eternos y merecidos castigos con que
vuestra justicia me amenaza, para pediros, para acercarme a Vos y para daros
gusto; me hace falta para salvar mi alma y la de otros; me hace falta, en una
palabra, para hacer siempre vuestra voluntad, buscar en todo vuestra mayor
gloria. ¡Ah, si pudiera yo publicar por todo el universo esta misericordia que
habéis tenido conmigo! ¡Si pudiera hacer que conociera todo el mundo que si no
fuera por María estaría yo condenado! ¡Si yo pudiera dignamente daros las
gracias por tan grande beneficio! María está en mí. Haec facta est mihi. ¡Oh,
qué tesoro! ¡Oh, qué consuelo! Y, de ahora en adelante, ¿no seré todo para
Ella? ¡Oh, qué ingratitud! Antes la muerte. Salvador mío queridísimo, que
permitáis tal desgracia, que mejor quiero morir que vivir sin ser todo de
María. Mil y mil veces, como San Juan Evangelista al pie de la cruz, la he
tomado en vez de todas mis cosas. ¡Cuántas veces me he entregado a Ella! Pero
si todavía no he hecho esta entrega a vuestro gusto, la hago ahora, mi Jesús
querido, como vos queréis la haga. Y si en mi alma o en mi cuerpo veis alguna
cosa que no pertenezca a esta Princesa augusta, arrancadla, os ruego arrojadla
lejos de mí; que no siendo de María, indigna es de Vos.
¡Oh, Espíritu Santo! Concededme todas las gracias, plantad,
regad y cultivad en mi alma el árbol de la vida verdadero, que es la
amabilísima María, para que crezca y florezca y dé con abundancia el fruto de
vida. ¡Oh, Espíritu Santo! Dadme mucha devoción y mucha afición a María; que me
apoye mucho en su seno maternal, y recurra de continuo a su misericordia, para
que en ella forméis dentro de mí a Jesucristo, al natural, crecido y vigoroso
hasta la plenitud de su edad perfecta. Amén.
Día 27
Cristo, nuestro fin último.
Jesucristo
Nuestro Señor, verdadero Dios y verdadero hombre, debe ser el fin último de
nuestras devociones; a no ser así, serían falsas y engañosas. Jesucristo es el
alfa y el omega, el comienzo y fin de todas las cosas.
No
trabajamos, como dice el Apóstol, más que por hacer perfecto a todo hombre en
Jesucristo, porque sólo en El reside toda plenitud de la Divinidad y todas las
demás plenitudes de gracia, de virtudes y de perfecciones; porque sólo en El
estamos bendecidos con toda bendición espiritual; porque El es el único Maestro
que debe enseñarnos, es nuestro único Señor de quien debemos depender, nuestro
único Jefe a quien debemos pertenecer, nuestro único Modelo a que debemos
conformarnos, nuestro único Médico que nos debe sanar, nuestro único Pastor que
debe alimentarnos, nuestro único Camino por donde debemos andar, nuestra única
Verdad que debemos creer, nuestra única Vida que debe vivificarnos, y nuestro
único Todo en todas las cosas que debe bastarnos.
No se
ha pronunciado bajo el cielo otro nombre que el de Jesús por el cual debamos
ser salvos. Dios no ha puesto otro fundamento de nuestra salvación, de nuestra
perfección y de nuestra gloria, más que a Jesucristo; todo edificio que no está
construido sobre esta piedra firme, está levantado sobre movediza arena, y más
o menos tarde caerá infaliblemente.
Con
Jesucristo y en Jesucristo lo podemos todo: podemos dar toda honra y gloria al
Padre en unidad del Espíritu Santo, hacernos perfectos y ser para el prójimo
buen olor de vida eterna.
Si,
pues, nos entregamos a la hermosa devoción hacia la Virgen Santísima, es sólo
para establecer más perfectamente el amor de Jesucristo, y de hallar un medio
fácil y seguro de hallar a Jesucristo.
Como ya
lo he demostrado, y aún demostraré más adelante, pues esta devoción nos es
necesaria para hallar a Jesucristo perfectamente, para amarle tiernamente y
para servirle fielmente.
Día 28
Leer: San Mateo, capítulo 26, versículos 1-2; 26-29; 36-46.
Y
sucedió que, cuando acabó Jesús todos estos discursos, dijo a sus discípulos:
«Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua; y el Hijo del hombre va a ser
entregado para ser crucificado.»
Mientras
estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus
discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y,
dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta es mi
sangre .de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. Y
os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel
en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.»
Entonces
va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.» Y tomando consigo a Pedro y a los dos
hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: «Mi
alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.» Y
adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si
es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como
quieras tú.» Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice
a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para
que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es
débil.»Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa
no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.» Volvió otra vez y los
encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por
tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Viene entonces donde los
discípulos y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado
la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.
¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está cerca.»
Día 29
De la imitación de Cristo y desprecio de todas las vanidades del
mundo.
Quien
me sigue no anda en tinieblas, dice el Señor. Estas palabras son de Cristo, con
las cuales nos amonesta que imitemos su vida y costumbres, si queremos
verdaderamente ser alumbrados y libres de toda la ceguedad del corazón.
Sea,
pues, nuestro estudio pensar en la vida de Jesucristo. La doctrina de Cristo
excede a la de todos los Santos, y el que tuviese espíritu hallará en ella maná
escondido.
Mas
acaece que muchos, aunque a, menudo oigan el Evangelio, gustan poco de él,
porque no tienen el espíritu de Cristo. Conviéneles que procuren conformar con
El toda su vida.
¿Qué te
aprovecha disputar altas cosas de la Trinidad, si careces de humildad, por
donde desagradas a la Trinidad? Por cierto, las palabras subidas no hacen santo
ni justo; mas la virtuosa vida hace al hombre amable a Dios.
Más
deseo sentir la contrición que saber definirla. Si supieses toda. 1a Biblia. a
la letra y los dichos de todos los filósofos, ¿qué te aprovecharía todo sin
caridad y gracia de Dios?
Vanidad
de vanidades y todo vanidad, sino amar y servir solamente a Dios. Suma
sabiduría es, por el desprecio del mundo, ir a los reinos celestiales.
Día 30
Leer: San Mateo, capítulo 27, versículos 36-44.
“Y se
quedaron sentados allí para custodiarle. Sobre su cabeza pusieron, por escrito,
la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos.» Y al mismo
tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la
izquierda. Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y
diciendo: «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a
ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!» Igualmente los sumos
sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo: «A
otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de
la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora,
si es que de verdad le quiere; ya que dijo: “Soy Hijo de Dios.”» De la misma
manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él.”
Del
Camino Real de la Santa Cruz.
Esta
palabra parece dura a muchos: Niégate a ti mismo, toma tu cruz, y sigue a
Jesús. Pero mucho más duro será oír aquella postrera palabra: Apartaos de mí,
malditos, al fuego eterno. Pues los que ahora oyen y siguen de buena voluntad
la palabra de la cruz, no temerán entonces oír la palabra de la eterna
condenación.
Esta
señal de la cruz estará en el cielo, cuando el Señor vendrá a juzgar.
Entonces
todos los siervos de la cruz, que se conformaron en la vida con el crucificado,
se llegarán a Cristo juez con gran confianza.
Pues
que así es, ¿por qué temes tomar la cruz, por la cual se va al reino?
En la
cruz está la salud, en la cruz la vida, en la cruz está la defensa de los
enemigos, en la cruz está la infusión de la suavidad soberana, en la cruz está
la fortaleza del corazón, en la cruz está el gozo del espíritu, en la cruz está
la suma virtud, en la cruz está la perfección de la santidad.
No está
la salud del alma, ni la esperanza de la vida eterna, sino en la cruz. Toma,
pues, tu cruz, y sigue a Jesús, e irás a la vida eterna. El vino primero, y
llevó su cruz y murió en la cruz por ti; porque tú también la lleves, y desees
morir en ella. Porque si mueres juntamente con El, vivirás con El. Y si fueres
compañero de la pena, lo serás también de la gloria.
Día 31
De la Bondad y Caridad de Dios, que se manifiesta en el
Santísimo Sacramento a los hombres.
Señor,
confiando en tu bondad y gran misericordia, vengo yo enfermo, al médico:
hambriento y sediento, a la Fuente de la vida; pobre, al rey del cielo; siervo,
al Señor; criatura, al Criador; desconsolado, a mi piadoso consolador.
Mas ¿de
dónde a mí tanto bien, que Tú vengas a mí? ¿Quién soy yo para que te me des a
Ti mismo?
¿Cómo
se atreve el pecador a comparecer delante de Ti? Y Tú ¿cómo te dignas de venir
al pecador?
Tú
conoces a tu siervo, y sabes que ningún bien tiene por donde pueda merecer que
Tú le hagas este beneficio.
Yo te
confieso, pues, mi vileza, reconozco tu verdad, alabo tu piedad, y te doy
gracias por tu extremada caridad.
Los que
toman esta santa esclavitud profesarán devoción singular al gran misterio de la
Encarnación del Verbo, el 25 de marzo, que es el misterio propio de esta
devoción que ha sido inspirada por el Espíritu Santo: primero, para honrar e
imitar la dependencia inefable que Dios Hijo ha querido tener respecto de
María, para la gloria de Dios su Padre y para nuestra salvación, la cual
dependencia se muestra particularmente en este misterio en que Jesús aparece
cautivo y esclavo en el seno de la divina María, en donde depende totalmente de
Ella para todas las cosas. Segundo, para dar gracias a Dios por los favores
incomparables que ha concedido a María y particularmente el de haberla escogido
por su dignísima Madre, elección que ha sido hecha en este misterio. Tales son
los dos principales fines de la esclavitud de Jesús en María. Como vivimos en
un siglo orgulloso, en que hay un gran número de sabios hinchados, espíritus
fuertes y críticos que encuentran defectuosas las prácticas de piedad mejor
fundadas y más sólidas, vale más, para no darles ocasión de crítica sin
necesidad, decir la esclavitud de Jesús en María, y llamarse el esclavo de
Jesucristo, que es esclavo de María, tomando la denominación de esta devoción
más bien de su fin último, que es Jesucristo, que el camino y medio para llegar
a este fin, que es María, por más que una y otra se pueden, a la verdad, usar
sin escrúpulo. Otra razón es, que el principal misterio que en esta devoción se
celebra y se honra es el misterio de la Encarnación, en el cual no se puede ver
a Jesucristo sino en maría y encarnado en su seno, es más a propósito decir la
esclavitud de Jesús en María, según aquella hermosa plegaria de tan grandes
almas: Oh Jesús que vives en María, ven vivir y reinar en nosotros …etc.
Los que adopten esta esclavitud dirán con gran devoción el Ave
María o la salutación angélica, cuyo precio, mérito, excelencia y necesidad,
pocos cristianos, aun los más ilustrados, conocen. Ha sido preciso que la
Santísima Virgen se haya aparecido muchas veces a grandes santos muy esclavos
suyos para mostrarles tan gran mérito.
Día 32
Del amor de Jesús sobre todas las cosas
Bienaventurado
el que conoce lo que es amar a Jesús, y despreciarse a sí mismo por Jesús.
Conviene dejar un amado por otro amado, porque Jesús quiere ser
amado sobre todas las cosas. El amor de la criatura es engañoso y mudable, el
amor de Jesús es fiel y durable. El que se llega a la criatura, caerá con lo
caedizo; el que abraza a Jesús, afirmará en El para siempre. Ama a Jesús y
tenle por amigo, que aunque todos te desamparen, El no te desamparará ni te
dejará perecer en el fin.
Tu amado es de tal condición, que no quiere consigo admitir a
otro, mas El solo quiere tener tu corazón, y como rey sentarse en su propia
silla.
Si tú supieras bien desocuparte de toda criatura, Jesús morará
de buena gana contigo.
He aquí algunas prácticas interiores muy propias para los que el
Espíritu Santo llama a una alta perfección, que, en cuatro palabras, se reducen
a ejecutar todas las acciones por María, con María, en María y para María, a
fin de practicarlas más perfectamente por Jesús, con Jesús, en Jesús y para
Jesús.
Es menester ejecutar las acciones por María, es decir, es
menester obedecer en todo a la Santísima Virgen y conducirse en todo por su
espíritu, que es el espíritu de Dios. Los que son guiados por El, son hijos de
Dios. Los que son guiados por el espíritu de María, son hijos de María, y por
consiguiente hijos de Dios, y entre tantos devotos de la Santísima Virgen, no
hay más verdaderos y fieles devotos que los que se conducen por su espíritu.
Porque el espíritu de María es el espíritu de Dios, ya que Ella no se guió jamás
por su propio espíritu.
Qué dichosa es un alma cuando está del todo poseída y gobernada
por el espíritu de María, que es un espíritu suave y fuerte, celoso y prudente,
humilde e intrépido, puro y fecundo.
Es necesario hacer todas nuestras obras con María; es decir: que
debemos en nuestras acciones mirar a María como modelo acabado de toda virtud y
perfección que el Espíritu Santo ha formado en una pura criatura, para que lo
imitemos, según nuestra capacidad. Es menester, pues, que en cada acción miremos
cómo María la ha hecho o la haría si estuviera en nuestro lugar. Para esto
debemos examinar y meditar las grandes virtudes que Ella practicó durante su
vida, particularmente: primero su fe viva, por la cual creyó sin titubear la
palabra del ángel, y creyó fiel y constantemente hasta el pie de la cruz;
segundo, su humildad profunda, que la ha hecho ocultarse, callarse, someterse a
todo y colocarse siempre la última.
Día 33
El cuerpo se Cristo y la Sagrada
Escritura son muy necesarios al alma fiel.
¡Oh dulcísimo Señor Jesús! ¡Cuánta es la dulzura del alma
devota, que se regala contigo en el banquete, donde se le presenta otro manjar
que a su único amado, apetecible sobre todos los deseos de su corazón!
Sería ciertamente muy dulce para mí derramar en Tu presencia
copia de lágrimas afectuosas, y regar con ellas tus pies, como la piadosa
Magdalena. Mas, ¿Dónde está ahora esta devoción? ¿Dónde el copioso
derramamiento de lágrimas devotas?
Por cierto, en Tu presencia, y en la de tus santos ángeles, todo
mi corazón debiera encenderse y llorar de gozo.
Porque en el Sacramento te tengo verdaderamente presente, aunque
encubierto bajo otra especie.
Porque el mirarte en tu propia y divina claridad no podrían mis
ojos resistirlo, ni el mundo entero subsistiría ante el resplandor de la gloria
de Tu majestad. Tienes, pues, consideración a mi debilidad cuando te ocultas
bajo de este Sacramento.
Es menester practicar estas acciones en María. La Santísima
Virgen es el verdadero paraíso terrenal del nuevo Adán, del cual el antiguo
paraíso terrestre era sólo figura. Hay, pues, en este paraíso terrenal
riquezas, bellezas, singularidades y dulzuras inexplicables que el nuevo Adán,
Jesucristo, dejó en él. En este paraíso tuvo Él sus complacencias durante nueve
meses, obró sus maravillas y ostentó sus riquezas con la magnificencia de Dios.
En este paraíso terrestre es donde verdaderamente está el árbol de la vida, que
es Jesucristo, fruto de la vida eterna; el árbol de la ciencia del bien y del
mal que ha dado la luz al mundo. Hay en este lugar divino árboles plantados por
la mano de Dios y rociados con su divina gracia, que han producido y todos los
días dan frutos de un sabor exquisito. Solamente el Espíritu Santo puede hacer
conocer la verdad escondida bajo las figuras de las cosas materiales.
El Espíritu Santo, por boca de los Santos Padres, llama también
a la Santísima Virgen, la puerta oriental por la cual el gran sacerdote
Jesucristo entró en el mundo; por ella entró la primera vez y por ella vendrá
la segunda.
Por último, es necesario hacer todas nuestras acciones para
María. No que la tomemos como el último fin de nuestras acciones, que es sólo
Jesucristo, sino por nuestro fin próximo, nuestro misterioso medio y manera
segura para ir a El.
Es necesario emprender y hacer grandes cosas para esta augusta
soberana, apoyados en su protección. Es necesario defender sus privilegios,
cuando se le disputan, es necesario sostener su gloria, cuando se la ataca;
llevar todo el mundo, si se puede, a su servicio y a esta sólida y verdadera devoción.
Es necesario no pretender de ella, como recompensa de estos
pequeños servicios, más que el honor de pertenecer a una tan amable Princesa y
la felicidad de estar por Ella unidos a Jesús Hijo en el tiempo y en la
eternidad.
Día de la
Consagración
Al fin
de las tres semanas se confesará y comulgará con la intención de entregarse a
Jesucristo en calidad de esclavo de amor, por medio de María, y después de la
Comunión recitará la fórmula de consagración, que convendrá escribirla o
hacerla escribir, si no está impresa, y firmar el mismo día que la haga. Bueno
será que en ese día se pague algún tributo a Jesucristo y a la Virgen, ya por
vía de penitencia de la infidelidad a los votos del bautismo, ya para protestar
de la completa dependencia del dominio de Jesús y de María. Este tributo será
según la devoción y la capacidad de cada cual, como ayuno, una mortificación,
una limosna; aun cuando no se diera más que un alfiler, es bastante para Jesús,
que sólo atiende a la buena voluntad. Todos los años, el mismo día se renovará
la misma consagración, observando estas prácticas durante tres semanas.
¡Oh Jesús, Sabiduría eterna y encarnada!, verdadero Dios y
verdadero hombre, Hijo único del Padre Eterno y de María, siempre Virgen! Te
adoro en la gloria del Padre, durante la eternidad y en el seno virginal de
María, tu Madre, en el tiempo de tu Encarnación.
Te doy gracias porque, anonadándote, haz venido al mundo –hombre
entre los hombres y servidor del Padre– para librarme de la esclavitud del
pecado.
Te alabo y glorifico Señor, porque has vivido en obediencia
amorosa a María, para hacerme fiel discípulo suyo. Desgraciadamente, no he
guardado los votos y promesas de mi bautismo y no soy digno de llamarme hijo de
Dios. Por ello, acudo a la misericordiosa intercesión de tu Madre, esperando
obtener por su ayuda el perdón de mis pecados y una continua comunión contigo,
Oh Sabiduría Encarnada.
Te saludo, pues, oh María Inmaculada, templo viviente de Dios: en
ti ha puesto su morada la Sabiduría Eterna para recibir la adoración de los
ángeles y de los hombres. Te saludo, oh Reina del cielo y de la tierra: a ti
están sometidas todas las criaturas. Te saludo, refugio seguro de los
pecadores: todos experimentan tu gran misericordia. Acepta los anhelos que
tengo de la Divina Sabiduría y mi consagración total.
Yo, (diga su nombre), consciente de mi vocación cristiana,
renuevo hoy en tus manos mis compromisos bautismales. Renuncio a Satanás, a sus
seducciones, a sus pompas y a sus obras, y me consagro a Jesucristo para llevar
mi cruz detrás de El, en la fidelidad de cada día a la voluntad del Padre. En
presencia de toda la corte celestial, te elijo en este día por mi Madre y
Maestra. Me entrego y consagro a ti, como tu esclavo, mi cuerpo y mi alma, mis
posesiones tanto internas como externas, incluso el valor de todas mis buenas
acciones, pasadas, presentes y futuras, dejando en ti, el entero y completo
derecho de disponer de mi, y todo lo que me pertenece, sin excepción, de
acuerdo a tu voluntad, para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la
eternidad.
Madre del Señor, acepta esta pequeña ofrenda de mi vida y
preséntala a tu Hijo: si El me redimió con tu colaboración, debe también ahora
recibir de tu mano, el don total de mí mismo. En adelante, deseo honrarte y
obedecerte en todo como verdadero esclavo tuyo.
¡Oh
Corazón Inmaculado de María!, que yo viva plenamente esta consagración para
prolongar en mí la amorosa obediencia de tu Hijo y dar respuesta a la misión trascendental
que Dios te ha confiado en la historia de la salvación. ¡Madre de
misericordia!, alcánzame la verdadera Sabiduría de Dios, y hazme plenamente
disponible a tu acción maternal. Colócame así, entre los que tu amas, enseñas,
guías, alimentas y proteges como hijos tuyos. ¡Oh Virgen fiel!, haz de mí un
auténtico discípulo e imitador de tu Hijo, la Sabiduría Encarnada. Contigo,
Madre y modelo de mi vida, llegaré a la perfecta madurez de Jesucristo en la
tierra y a la gloria del cielo.
Amén
¡Totus Tuus!
Después de la meditación de cada día, se han de rezar las
siguientes oraciones. Adicionalmente se concluye con el rezo del Santo Rosario.
Letanías al Espíritu Santo
Letanías de la Virgen María
Ave Maris Stella
Oración de San Luis María Grignon de Montfort
Oh, Jesús, que vives en María
Santo Rosario (Misterios del día)
Oh, Jesús, que vives en María
Ven, ¡Oh, Jesús!, que vives en María; ven a vivir y reinar en
nosotros, que tu vida se exprese en nuestra vida para vivir tan sólo para Ti.
Forja en nuestra alma, ¡Oh, Cristo!, tus virtudes, tu Espíritu divino y
santidad, tus máximas perfectas y tus normas y el ardor de tu eterna caridad.
Danos parte, Señor, en tus misterios para que te podamos imitar; tú que eres
Luz de Luz, danos tus luces, y en pos de Ti podremos caminar. Reina, Cristo, en
nosotros por tu Madre, sobre el demonio y la naturaleza, en virtud de tu nombre
soberano, para la gloria del Padre celestial. Amén.